SALUDOS DE PASCUA

Queridos hermanos, la Pascua nos trae el anuncio antiguo y siempre nuevo: ¡Cristo ha resucitado! Y el eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace más de veinte siglos, continúa resonando en nuestra Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío, la fe de Pedro y de los otros Apóstoles.

Hasta hoy, la fe de los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas personas que vieron primero la piedra removida y el sepulcro vacío, después a los mensajeros que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se aparece a María Magdalena, a los discípulos de Emaús y, finalmente, a los once reunidos en el Cenáculo.

La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa la historia, pero que sucede en ella dejando una huella indeleble, donde la luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y la historia, rompiendo las tinieblas de la muerte y trayendo al mundo el esplendor de Dios, de la Verdad y del Bien.

El aleluya pascual muchas veces contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: la miseria, el hambre, las enfermedades, la guerra… Y, sin embargo, Cristo ha muerto y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy, y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy, ya que nuestra humanidad herida necesita de reconciliación y paz, siendo solo a través de las heridas de Cristo resucitado que podremos ver con ojos de esperanza estos males que nos afligen.

Queridos hermanos, que la luz de la resurrección ilumine vuestras vidas y convierta nuestros corazones, haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada.

¡FELIZ PASCUA A TODOS!

Padre Marcelo

DIOS NO SE CANSA DE NOSOTROS

Queridos amigos, una vez más, nos acercamos para vivir la Cuaresma, que comenzamos a transitar con el Miércoles de Ceniza, siendo esencialmente una invitación a la conversión, porque la Cuaresma es ese tiempo favorable, el camino que nos invita a la renovación, al cambio de mentalidad, a resignificar nuestra identidad cristiana.

El peregrinar cuaresmal no solo es un tiempo de conversión, sino también un tiempo de libertad, un tiempo para detenernos de la vorágine en la que vivimos, un tiempo de desierto fecundo para el silencio interior y así escuchar la voz de Jesús en nuestro corazón.

La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser el primer amor; es el lugar y el momento para dejar de lado lo que nos ata, lo que nos esclaviza, para pasar a vivir como hijos muy amados en la plenitud liberadora del amor y la misericordia del Padre.

Cuaresma es ver con los ojos de Jesús el padecimiento de tantos hermanos, es escuchar con sus oídos el dolor de los que sufren, es desterrar del corazón nuestra indiferencia.

Por eso este tiempo es un tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante e hermano herido. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino el único movimiento de apertura, de vaciamiento que nos libera de los ídolos que nos agobian, de los apegos que nos aprisionan.

La forma sinodal de la Iglesia, que en estos últimos anos estamos redescubriendo y cultivando, sugiere que la Cuaresma sea también un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianidad de las personas y la de nuestras vidas,

Cuaresma es el destello de una nueva esperanza,  donde la fe y la caridad nos ayudan a ser mejores hombres y mejores cristianos.

 

Padre Marcelo

 

LA ESPERANZA RENUEVA EL CORAZÓN

“Por tanto, si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí que todas son hechos nuevas.” (2COR 5,17)

Febrero marca un tiempo especial, un mes que nos invita a renovarnos interiormente, a dar paso a lo nuevo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Es un momento favorable para dejar atrás lo viejo y permitir que nazca en nosotros una nueva criatura.

Este cambio es posible porque Dios está con nosotros, porque Jesús está vivo y nos da Su fuerza para comenzar de nuevo. La diferencia está precisamente aquí: si antes vivíamos confiando solo en nuestras energías, ahora podemos empezar de nuevo por el "poder de Dios", por el "poder de lo Alto", que es el Espíritu Santo. De esta certeza brota nuestra esperanza.

La esperanza renueva el corazón, es un don de Dios que nos hace nacer de nuevo. Aquellos que han experimentado su fuerza y dulzura se sienten renovados, por dentro y por fuera. Por eso, la Palabra del Señor nos asegura que quienes esperan en Él renuevan sus fuerzas.

En este camino de lucha y esperanza, contamos siempre con la Eucaristía, un alimento indispensable para nuestra fe.

¡Vive la Eucaristía de una manera diferente! Participa en la Santa Misa con un corazón abierto, viviendo cada momento en profunda oración. El sacrificio de Jesús se renueva en cada Misa celebrada, y Él permanece vivo y presente en todos los Sagrarios.

Solo Él puede hacernos esta nueva criatura. Mira cómo lo hizo con Magdalena, transformándola de pecadora a testigo de Su misericordia en un abrir y cerrar de ojos. Transformó al pescador en un "pescador de hombres", al incrédulo en un fiel seguidor y al ladrón en la cruz en un ciudadano del Reino de los Cielos. Cuando Jesús entra en la vida de alguien, el Amor también entra, dando sentido a todas las cosas.

Este anhelo por lo nuevo proviene de un deseo de ser total y completamente saciados por el Amor de Dios. ¡Él es una novedad infinita! Convierte las lágrimas en risa, la confusión en significado, lo imposible en posible. Con Él, es posible cambiar. ¡Un nuevo comienzo definitivo en tu vida es posible! Y lo que se actualiza con Cristo es siempre Su Amor misericordioso por ti: el cual no pasa, no termina, y como dice en Corintios 13, cree todas las cosas, espera todas las cosas, soporta todas las cosas. ¡Él no se da por vencido contigo!

Esto es lo que más deseo para vosotros, queridos hermanos: una vida nueva, un cambio que comienza en el corazón y se refleja en nuestra manera de vivir, acercándonos más a Cristo y caminando con Él hacia la vida eterna.

¡Que este sea un febrero lleno de bendiciones, esperanza y renovación!

Felipe Almeida

A TRAVÉS LA PUERTA SANTA DIOS DONA CORAJE Y ESPERANZA

 

En la Nochebuena del 2024, en vísperas de la Navidad, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, iniciando oficialmente el Jubileo de la Esperanza 2025, un tiempo de gracia según la Bula de Indicción “Spes non confundit”.

Y con la apertura de la Puerta Santa el tiempo de espera ha terminado, acontecimiento histórico que estuvo precedido por la siguiente antífona:

“Esta es la puerta del Señor. Por esta puerta entran los justos. Entraré en tu casa, Señor. Me postraré ante tu templo santo. Ábrame las puertas de la justicia. Entraré para dar gracias al Señor”.

Así se entra en el tiempo de la misericordia y del perdón, para que se revele a todo hombre y a toda mujer el camino de la esperanza que no defrauda …

Este evento fue el primero de una serie de celebraciones invitando a los fieles de todo el mundo a vivir la “experiencia viva del amor de Dios”, ofreciendo la esperanza cierta de la salvación en Cristo.

El gesto de abrir la Puerta Santa es un rito profundamente significativo, no solo para la Iglesia, sino para todos los cristianos. En palabras del Papa, este es “el momento de un nuevo Jubileo”, un tiempo de gracia que nos llama a la reconciliación, a la conversión y a un renovado encuentro con Dios. La Puerta Santa no es solo un umbral físico, sino un símbolo de la invitación divina a cruzar hacia un nuevo comienzo, un camino de esperanza que se abre ante todos.

Y con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica del Vaticano, también se abrieron las Puertas Santas de la Basílica de San Juan de Letrán; la de Santa María la Mayor y la de San Pablo Extramuros.

Este Año Jubilar es un Año santo caracterizado por la esperanza que nunca se extingue, y que no solo está dirigida a la vida personal de cada creyente, sino que se extiende a la sociedad en su conjunto, a las relaciones interpersonales y a la promoción de la dignidad de la persona. Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida esta herida, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón, en la soledad amarga de quien se siente derogado, en los lugares profanados por la guerra y la violencia.

“El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza del Evangelio, la esperanza del amor, la esperanza del amor”.

Que este año de gracia nos ayude también a recuperar la confianza necesaria, tanto en la Iglesia como en la sociedad, en los vínculos interpersonales, en las relaciones comunitarias, en la promoción de la dignidad humana y en el respeto reciproco.

 

                                            Padre Marcelo

EMPEZAR EL AÑO NUEVO DE LA MANO DE MARÍA …

En el primer día del nuevo año tuvimos la alegría y la gracia de celebrar a la santísima Madre de Dios y, al mismo tiempo, la Jornada mundial de la paz.

San Pablo nos recuerda que “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (Ga 4,4). Así vemos entonces como el rostro de Dios tomó un rostro humano, dejándose ver y reconocer en el hijo de la Virgen María, a la que veneramos como Madre de Dios, quien conservando en su corazón el secreto de la maternidad divina, fue la primera en ver el rostro de Dios hecho hombre en el pequeño fruto de su vientre.

Y pensar en el misterio del Rostro de Dios y del hombre es un camino privilegiado que lleva a la paz, porque la misma comienza por una mirada respetuosa, que reconoce en el rostro del otro a una persona, cualquiera que sea el color de piel, su nacionalidad, su lengua y su religión.

Y si tenemos a Dios en el corazón, estamos en condiciones de ver en el rostro del otro a un hermano de la humanidad; no un medio, sino un fin; no un rival o un enemigo, sino otro yo.

Es como una especie de resonancia, ya que quien tiene el corazón vacío, no percibe más que imágenes sin relieve, mientras que cuanto más habite Dios en nosotros, tanto más sensibles seremos también a su presencia en lo que nos rodea, sobre todo en las personas, por tanto, para reconocernos y respetarnos como realmente somos, es decir, como hermanos, necesitamos referirnos al rostro de un Padre común, que nos ama a todos, a pesar de nuestras limitaciones y nuestros errores.

Pero también hoy nos encontramos también con rostros minados por el hambre y las enfermedades, rostros desfigurados por el dolor y la desesperación, de ahí el imperativo de comprometernos todos juntos a construir un mundo más digno para el hombre, porque quien sabe reconocer la presencia del rostro de Cristo en el otro será entonces capaz de reconocer la presencia del hermano.

En el tiempo de Navidad repetimos un Salmo que contiene, entre otras cosas, también un ejemplo de como la venida de Dios transfigura la creación y también a nosotros, un himno que comienza con una invitación de alabanza: “Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre” (Sal 95, 1).

Y así la fiesta de la fe se convierte en fiesta del hombre y de la creación: la fiesta que en Navidad la hemos expresado también mediante los adornos en los árboles, en las calles y en nuestras casas, donde todo vuelve a florecer porque Dios ha venido a nosotros; y la Madre muestra al Niño, a los pastores de Belén, que se alegran y alaban al Señor, renovando también la Iglesia el misterio para todos los hombres, y mostrando el rostro de Dios, para que, con su bendición, puedan caminar por la senda de la paz.

Don Marcelo

EL ADVIENTO: UN TIEMPO DE GRACIA PARA INICIAR UNA NUEVA VIDA

 EL PAPA FRANCISCO NOS DICE: «PARA ACOGER A DIOS NO IMPORTA LA DESTREZA, SINO LA HUMILDAD; HAY QUE BAJARSE DEL PEDESTAL Y SUMERGIRSE EN EL AGUA DEL ARREPENTIMIENTO».

¿Por qué la Iglesia propone cada año como principal compañero de viaje durante este tiempo la figura de Juan Bautista? ¿Qué se esconde detrás de la severidad, detrás de su aparente dureza? ¿Cuál es el secreto de Juan? ¿Cuál es el mensaje que la Iglesia nos da hoy con Juan?

En realidad, el Bautista, más que un hombre duro, es un hombre alérgico a la duplicidad. Juan nos hace reflexionar y preguntarnos si no seremos también nosotros, a veces, un poco como los fariseos que presumían de superioridad. También nosotros, muchas veces, podemos mirar a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos nuestra vida en nuestras manos, que no necesitamos cada día de Dios, de la Iglesia, de nuestros hermanos. Olvidamos que solamente en un caso es lícito mirar al otro de arriba para abajo: cuando es necesario ayudarlo a levantarse.

«El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras y ponernos en fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, aquellos escondidos, y recibir el perdón de Dios, para pedir perdón a los que hemos ofendido. Así comienza una nueva vida» (Papa Francisco).

Y para iniciar una nueva vida, el camino es uno solo, el de la «humildad»: purificarnos del sentido de superioridad para ver en los demás a los hermanos, y en Jesús ver al Salvador que viene por nosotros, tal como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos, sobre todo con nuestra necesidad de ser levantados, perdonados y salvados. Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar. Nunca es demasiado tarde, siempre existe la posibilidad de recomenzar porque Él está cerca de nosotros, porque Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros.

Por eso, en este tiempo de Adviento que nos prepara a celebrar el nacimiento de Dios hecho hombre en un niño en Belén, escuchemos el llamado de Juan Bautista a volver a Dios y no dejemos pasar este tiempo como los días del calendario, porque este es un tiempo de gracia también para nosotros, ahora y aquí.

Don Marcelo

NUESTRA PEREGRINACIÓN A ROMA …

Decir que ha sido un viaje a Roma, sería una verdad a medias, pues se nos ha presentado la ocasión de visitar otros lugares en Italia, de una gran tradición cristiana que muchos anhelábamos conocer y que, por diversos motivos, no habíamos tenido la ocasión de realizar.

Nuestra primera visita ha sido a Orvieto, una bonita ciudad que, con su arquitectura y casco antiguo, nos traslada a otras épocas, con su magnífico Duomo y el Pozo de San Patricio.

Llegados a Roma, ¡cómo no poder destacar lugares de una ciudad que rebosa Historia, Arte, Cultura y Religiosidad!; la visita de los Museos Vaticanos y de los jardines, nos recuerdan la historia, e incitan al recogimiento. La Capilla Sixtina: ¿qué podríamos destacar de este mítico lugar?: Que nos inspira y seduce con su infinita belleza y grandilocuencia de sus frescos e imaginería.

Y la visita a los Foros Imperiales, que nos sobrecogen por la grandeza de sus monumentos, cargados de historia y que evidencian la grandeza del Imperio.

Lugares icónicos de la Roma turística como, la Plaza España, la Fuente de Trevi, el Pantheon y la Plaza Navona. Todos ellos nos han permitido el ser admiradores de su belleza y observadores de su representatividad histórica bajo el prisma turístico.  

Después de visitar Casia, y recogernos ante la Tumba de Santa Rita en cuya Catedral descansa, nos encaminamos a la ciudad de Spello, donde pudimos admirar la Capilla Baglioni con los magníficos frescos del Pinturicchio, sus calles medievales floridas, por lo que merece ser visitada.

La ciudad de Asís, ciudad de nacimiento y muerte de San Francisco y Santa Clara, probablemente el lugar donde se respira más espiritualidad de todos los recorridos y donde hemos podido participar de la Eucaristía en una de las Capillas de la Basílica. La vista a la tumba del santo, así como a la de Santa Clara, nos ha permitido recogernos para rogarles por todos nosotros. En la misma ciudad, hemos podido visitar y admirar el magnífico estado de conservación del Beato Carlo Acutis, el cual será Canonizado el próximo año 2025.

Muchas gracias en primero lugar a la MCLE, como al Don Marcelo y al Felipe, así como a todos aquellos que han hecho posible la organización de este viaje. Destacaría el espíritu de camaradería y armonía que se ha percibido durante todos los días de esta peregrinación y que ha prevalecido sobre las individualidades.

En lo que me concierne, lo más destacado ha sido: la sensación de recogimiento en muchos momentos de las visitas programadas, y una sensación de paz y sosiego en lugares y situaciones, que permanecerán imborrables en nuestra memoria, para muchos de nosotros.

Fernando Termenón

 

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

El pasado 18 de agosto, la comunidad católica de Bienne se reunió para celebrar la misa por la Asunción de la Virgen María. Esta celebración conmemora la elevación de la Virgen al cielo, un evento que marca la culminación de su vida terrenal y su entrada gloriosa en la eternidad. Desde una perspectiva teológica, la Asunción subraya la promesa de la vida eterna para todos los creyentes y la especial dignidad de María, como Madre de Jesucristo, quien es exaltada por encima de todos los santos.

Como cada año, esta misa tuvo la particularidad de ser cuatrilingüe, un reflejo de la diversidad cultural que caracteriza a la ciudad de Bienne. Se celebró en los idiomas: español, francés, alemán e italiano, permitiendo así la participación activa de los fieles de diferentes orígenes y fortaleciendo el sentido de unidad en la fe. Cada lengua aportó su propia riqueza lingüística, creando un ambiente de comunión y respeto mutuo.

Uno de los momentos más notables de la celebración fue la actuación del coro “Giovani Cantori Di Pura” que vino especialmente desde el Ticino. Este coro, conocido por su excelencia, agregó una dimensión única a la liturgia. Sus voces armoniosas resonaron en la iglesia, llenando el espacio de una belleza celestial que elevó el espíritu de todos los presentes conectándolos a través de la música.

Durante la misa, los fieles ofrecieron flores en honor a la Virgen María, un gesto de devoción que simboliza la pureza y la belleza de su amor maternal. Estas ofrendas, colocadas cuidadosamente a los pies de la estatua de la Virgen, reflejaron el cariño y la veneración que los presentes sienten hacia ella.

Al concluir la celebración litúrgica, la Misión Católica de Lengua Española organizó un aperitivo en una sala adyacente. Este momento de fraternidad permitió a los presentes compartir un tiempo de convivencia en un ambiente cálido y acogedor. Varios voluntarios se encargaron de la recepción, sirvieron los aperitivos y ayudaron en la limpieza posterior. Su dedicación y servicio desinteresado fueron esenciales para el éxito de este evento, y merecen un sincero agradecimiento por su labor.

Me llena ver cómo una celebración como esta une a personas de distintas culturas y lenguas en un mismo espíritu de devoción. La Asunción de la Virgen María nos recuerda su glorificación, nos inspira a vivir en comunión y servicio mutuo, siguiendo su ejemplo de humildad y amor sin condiciones. En ese día especial, nuestra comunidad demostró una vez más que, a pesar de nuestras diferencias, somos una sola familia en Cristo.

Anaïté Zurbriggen

EL SILENCIO SOBRE LO ESENCIAL

El filósofo Jean Guitton sostiene que, en este mundo nuestro, se habla de todo menos de lo esencial. Nos inundan los noticiarios, las voces de la gente, los anuncios en las calles, pero nadie habla de lo verdaderamente importante, de aquellas cosas que se cree, de las que en realidad alimentan y sostienen el alma.

Se habla, por ejemplo, muy poco de Dios. Hasta los mismos creyentes parecen experimentar una especie de pudor y discuten sobre la jerarquía o el modo de celebrar la liturgia, pero rara, rarísima vez hablan de Dios, o de la vida de la Gracia, o de la oración. Se piensa que esas cosas son demasiado íntimas y se encierran en el interior del alma y jamás se habla de ellas.

Pero esto ocurre en todos los campos. Si pensamos, por ejemplo, en nuestros jóvenes, que raramente cuentan qué es lo que verdaderamente sostiene sus vidas, o cuáles son sus ilusiones o ideales… Se habla, sí, del partido de fútbol o de la última película, pero no de lo que ilumina nuestra existencia.

Menos se habla aún de temas como la muerte, el sentido profundo del dolor, etc.

Surge así una especie de respeto humano, de pudor, una idea de que es más caritativo no tocar ciertos temas, de que, en bien de la paz y del respeto de las opiniones de los demás, es mejor que no afloren cuestiones en las que podríamos no estar de acuerdo. Y el resultado final es el silencio sobre aquellas cosas que todos reconocemos que son verdaderamente importantes.

¿Y por qué ocurre esto? Guitton opina que la causa está en “en el peso de lo que se llama opinión”. Y es cierto, lo que pesa y gravita sobre muchas conciencias es precisamente el “que dirán”. De ahí que haya una especie de obsesión por “ser como todos”, por no ser considerado “un bicho raro”. Y si nos preguntan: “¿Tú eres creyente?”, contestamos “Si, pero no un beato”. Es decir: lo afirmamos, pero señalamos enseguida la rebaja, no nos vayan a considerar “demasiado creyentes”.

Y lo mismo ocurre en mil problemas de la vida: creemos en el amor, pero no demasiado; y en el trabajo, pero no mucho; y en la política, pero poco. Y, entonces, se procura hablar de todo sin hablar de nada.

Y el gran problema es que todas aquellas cosas que no se conviven, que no se comparten, van de a poco muriendo o desapareciendo. De ahí que la necesidad de perder los miedos y hablar de lo que sostiene nuestra alma.

 

                                           Martin Descalzo

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

La fiesta del Corpus surgió en la Edad Media y fue consecuencia del florecimiento del pensamiento eucarístico del siglo XIII, celebrándose esta fiesta por primera vez en la diócesis de Lieja (Bélgica, 1246), siendo el Papa Urbano IV quien instituyo la festividad del Corpus Christi en 1264.

En el siglo XIV se refuerza la solemnidad, que desde entonces tendrá dos actos fundamentales: la Eucaristía y la Procesión. En el concilio de Viena del 1311, el papa dio una serie de normas para el cortejo que acompañaría al Señor en la procesión dentro de los templos, y anos mas tarde, Juan XXII introdujo la Octava del Corpus con la Exposición del Santísimo Sacramento incluida. Será el primero de los Papas renacentistas, Nicolás V, el primero en establecer que la Hostia Santa saliera en procesión por las calles de Roma en la fiesta del Corpus del año 1447.

Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los anos, determinado día festivo, se celebre esta fiesta con singular veneración y solemnidad para el mundo cristiano.

El domingo 2 de junio, también nosotros como comunidad vivimos nuestro Corpus; fue una celebración verdaderamente especial y multilingüe, ¡con una iglesia viva!… a pesar del tiempo lluvioso que nos obligó a realizar todas las actividades dentro del templo.

Los monaguillos y los niños que recientemente celebraron sus primeras comuniones iban vestidos de túnicas blancas, sus rostros resplandecientes de pureza. Añadieron una dimensión conmovedora a la ceremonia, recordándonos la importancia de la inocencia y la fe en nuestra vida comunitaria.

El coro, compuesto por el organista y un grupo de niños, llenó la iglesia con sus voces angelicales. Sus cantos, acompañados por una banda de trompetas, crearon un ambiente de reverencia y celebración. La música se entrelazó con la liturgia, llevándonos más cerca del misterio de la Eucaristía.

Una procesión solemne marcó uno de los momentos más significativos de la Misa. Sacerdotes, niños y colaboradores pastorales caminaron juntos por el pasillo central de la iglesia, llevando a Cristo peregrinando entre su pueblo. La imagen de los niños, todos de blanco, caminando con solemnidad junto a los adultos, encapsuló la esencia de nuestra fe: una comunidad en camino, unida en la diversidad y guiada por el amor de Cristo.

La lluvia afuera parecía intensificar la sensación de refugio y comunión dentro de la iglesia. A pesar del mal tiempo, o quizás debido a él, la calidez y la unión de nuestras comunidades se sintieron aún más fuertes. Fue un recordatorio fuerte de que, sin importar las tempestades que enfrentemos en la vida, siempre encontraremos fortaleza y consuelo en nuestra fe y en la comunión con nuestros hermanos y hermanas.

Al concluir la Misa, me sentí profundamente agradecida por la riqueza de nuestra comunidad y la belleza de nuestra liturgia. Fue un día en el que verdaderamente vivimos el Cuerpo de Cristo, no solo en el sacramento, sino también en la unión de nuestros corazones y voces en alabanza.

Don Marcelo y Anaïté Zurbriggen

 

 

QUE TODOS SEAMOS HERMANOS

 

Partiendo de la premisa que es la caridad la que posee un dinamismo universal capaz de construir una sociedad nueva, es solo a través del respeto a las personas lo que nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar el bien de los demás, considerados no solo individualmente sino también en la dimensión social que las une.

La gratuidad existe y se puede impulsar de manera mutua y recíproca, porque es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio.

Es la solidaridad que experimentamos en una comunidad la que nos ayuda a acercarnos, a expresarnos y a escucharnos, a fin de poder conocernos mejor, buscando puntos de contacto, que se potencian y concretizan en la apertura al diálogo, de ahí que el bien común requiera del consenso, de una cultura del encuentro, que busque puntos de contacto y que tienda puentes que nos incluya a todos.

La amistad social entonces se hace posible desde la amabilidad, tratando bien a los demás, y como dice el Papa Francisco, “decir permiso, perdón y gracias”.

Como comunidad estamos llamados a crear espacios de escucha que rompan la indiferencia, donde el cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa, ya que facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes, de ahí la necesidad de esforzarse cada día por todo esto a fin de crear una convivencia sana que venza las incomprensiones y prevenga los conflictos.

Tenemos que aprender a crear caminos de reencuentro, cada uno desde su competencia, lo que implica recuperar el valor del perdón, y donde el aporte de las experiencias de fe, la búsqueda sincera de Dios, el respeto y la fraternidad, no deben ser empañados con nuestros personales intereses.

Como creyentes tenemos que volver siempre a la fuente de lo esencial que debe guiar siempre nuestras vidas: el amor a Dios y al prójimo.

San Vicente de Paul decía: “El amor cristiano es un amor por el que se aman unos a otros por Dios, en Dios y según Dios, es un amor que hace que nos amemos mutuamente por el mismo fin por el que Dios ama a los hombres, que es para hacerlos santos en este mundo y bienaventurados en el otro; por eso, este amor hace que miremos a Dios y no miremos mas que a Dios en cada uno de los que amamos”.

Al final de cuentas, nadie puede contradecir que la entrega es el mejor signo del amor. El mismo Jesús nos decía: “Todos ustedes son hermanos, y eso es lo que propiciamos y defendemos al hacer efectiva la caridad”.

 

                                                         Don Marcelo

EL DON DE DAR VIDA:

MATERNIDAD Y ESPIRITUALIDAD

En el suave murmullo de mi hogar, el eco de risas infantiles y el palpitar de juguetes dispersos por el suelo danzan en armonía. Como cuidadora de dos pequeños seres, mi corazón se llena de gratitud por el don de la maternidad, un regalo que encuentro profundamente entrelazado con la figura de María, quien abraza a todos como propios.

El Día de la Madre nos invita a reflexionar sobre el papel sagrado que desempeñamos como transmisoras de afecto y sobre el cariño incondicional que nutre nuestras almas. Para mí, esta jornada es una oportunidad para honrar a la Madre de Dios, la que acoge a todos con el más puro amor, cuya devoción y compasión son guías de esperanza para todas las personas.

En mi camino como mamá, encuentro en Santa María un modelo de fuerza, humildad y entrega desinteresada. Su vida está marcada por el servicio y la dedicación total a Dios y a los demás. Como guía maternal, ella conoce el peso de la responsabilidad y la alegría de nutrir y cuidar a otros. En cada momento de mi propia experiencia, busco su compañía y su inspiración, confiando en su intercesión y ejemplo para orientar mi camino.

La devoción a María como madre de todos es una fuente de consuelo y esperanza en tiempos de alegría y dificultad. Su afecto trasciende fronteras y abraza a toda la humanidad con ternura y compasión. En sus brazos, encontramos refugio y consuelo, sabiendo que somos amados y cuidados como hijos e hijas amados de Dios.

Como progenitoras, llevamos el divino poder de la creación en nuestro ser. Al igual que el Dios creador, nosotras, con cada gesto de afecto y cuidado, diseñamos la estructura de la vida, damos forma a las almas y moldeamos el futuro. En el milagro de la maternidad, nos elevamos al poder divino de generar, nutrir y guiar.

En este mes dedicado a la Madre, mi corazón se llena de agradecimiento por la Su presencia amorosa en mi vida. Su ejemplo de amor y sacrificio ilumina mi camino como cuidadora, recordándome la importancia de amar sin reservas y de confiar en la voluntad divina en cada paso del camino.

Que esta fecha sea un recordatorio para todas las personas del mundo sobre la belleza y la importancia de su labor. Que podamos encontrar consuelo y fortaleza en la devoción a la Madre Santísima, quien nos guía con ternura y compasión.

En el horizonte, el sol se eleva, iluminando el camino que se extiende ante mí. Con el corazón rebosante de amor y reconocimiento sincero, doy gracias a Dios por el regalo incomparable de la experiencia humana y por la presencia amorosa de La Virgen, quien nos acoge a todos con su maternal abrazo.

Anaïté Zurbriggen

La Fiesta de la Divina Misericordia

El primer domingo después de la Pascua, la Iglesia celebra la Fiesta de la Divina Misericordia, cuya imagen se difundió por todo el mundo después de que el mismo Señor se revelara a Santa Faustina en 1931 en Polonia.

El corazón de Jesucristo es el lugar donde experimentamos la misericordia, quien se compadece de nuestras debilidades, ya que Él mismo fue puesto a prueba en todo como nosotros, excepto en el pecado (cf. Hb 4,15). Por lo tanto, Cristo nos acoge en Su Misericordia, en el trono de Su corazón, viniendo a nosotros, como Él mismo dijo a Santa Faustina: “No tengas miedo, alma pecadora, de tu Salvador; Yo soy el primero en acercarme a ti” (Diario 1.485).

Necesitamos estar dentro del corazón misericordioso de Jesús, que siempre está abierto y accesible para todos y podemos percibir esta realidad cuando Nuestro Señor le dice a Santa Faustina: “Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti.” (D. 1.485).

Jesús no hace acepción de personas para derramar Su Misericordia redentora. Se empeña en llamar a excluidos y pecadores (Cf. Marcos 2,17), involucrando a todos en Su plan salvífico. De esta manera, Cristo no hace distinción para manifestar Su misericordia, que es para todos. Sin embargo, a menudo nos apartamos de la misma cuando insistimos en el sentimiento de culpa, que nos hace bloquear Su acción en nosotros, ya que quedamos paralizados por culpas relacionadas con lo que hicimos y lo que no hicimos a lo largo de nuestra vida.

Necesitamos estar dentro del corazón misericordioso de Jesús, que siempre está abierto y accesible para todos.

En la Catequesis del Papa Francisco, el 10 de septiembre de 2014, él dijo: “Es la misericordia, la que cambia el corazón y la vida, es la que puede regenerar a una persona y permitir que ella se inserte de nuevo en la sociedad”. Sabemos que Jesús es esa misericordia que transforma los corazones, pero necesitamos convencernos interiormente de esta verdad y ponerla en práctica en nuestra vida.

Que, de la Madre de la Misericordia, la Virgen María, nos guíe en esta "misericordia que se extiende, de generación en generación" (Lucas 1,50), para que, como su Hijo Jesús, podamos testimoniar con la vida lo que profesamos por la fe.

"¡Jesús, en Ti confío!"

Felipe Almeida

Vivencias Pascuales alrededor del Mundo:

Un Viaje Espiritual por Diversas Tradiciones y Culturas

A lo largo de mi vida, he experimentado la Pascua en distintos rincones del mundo, donde la espiritualidad se teje con las telas de la cultura y la tradición. En mi infancia en Brasil, la Pascua se llenaba de alegría y música, mientras que, en Suiza, la festividad adquiría una tonalidad más reflexiva y se arraigaba en la naturaleza, dejando en mi corazón una huella espiritual única.

Desde las procesiones sagradas en Guatemala hasta la fusión única de rituales en Perú, cada país me reveló un lienzo vibrante de vivencias pascuales.

En la Antigua Guatemala, las estrechas calles cobran vida con las procesiones de Semana Santa. Las alfombras de flores, llenas de color y significado, se convierten en un camino efímero hacia la resurrección. La fragancia del incienso se mezcla con la devoción de los devotos que llevan imágenes religiosas, creando una experiencia que va más allá de lo visual, una inmersión en la Pasión y la Renovación.

Mi travesía en Perú añadió capas de complejidad a mi comprensión de la Pascua. Allí, las tradiciones cristianas se entrelazan con las raíces culturales indígenas, formando un mosaico espiritual único. Las representaciones de la Pasión adquieren vida con colores vibrantes, expresiones artísticas que capturan la diversidad cultural del país.

Polonia se presenta con una comunión especial en la Pascua. La bendición de los alimentos el Sábado Santo, con canastas rebosantes de pan, jamón y huevos, crea un momento de unión familiar en la fe y gratitud. La tradición del Śmigus-Dyngus, con su rociado de agua, añade alegría y camaradería a la celebración.

Costa de Marfil revela una convivencia única entre musulmanes y católicos, donde la Pascua se celebra con la mezcla de tradiciones cristianas y africanas. La armonía entre comunidades es un testimonio viviente de tolerancia y respeto, fusionando creencias en una celebración compartida.

En este viaje espiritual, he descubierto que, al celebrar la resurrección, honramos nuestras diferencias y tejemos un hilo invisible que conecta nuestros corazones en la esencia misma de la fe: la esperanza eterna y la renovación del espíritu.

Anaïté Zurbriggen

HAGAMOS EL BIEN A TODOS (GA 6,9–10)

QUERIDOS HERMANOS, LA CUARESMA ES UN TIEMPO FAVORABLE PARA LA RENOVACIÓN PERSONAL Y COMUNITARIA QUE NOS CONDUCE HACIA LA PASCUA DE JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO.

Pero, ¿Qué es para nosotros este tiempo favorable? Ciertamente, la Cuaresma es un tiempo favorable, pero también lo es toda nuestra existencia terrena, de la cual la Cuaresma es de alguna manera una imagen. Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestras vidas la avidez, el deseo de tener y consumir, como nos enseña la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros hasta que Dios lo llamó a su presencia. La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radique tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir.

Es Dios que sigue derramando en nosotros semillas de bien, por eso durante este período estamos llamados a responder al don de Dios acogiendo su Palabra viva y eficaz. Y si esto ya es un motivo de alegría, aún más grande es la llamada a ser colaboradores de Dios, utilizando bien el tiempo presente para sembrar también nosotros, obrando el bien.

Y un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad, y sembrando para el bien de los demás. Tristemente, no todos lo hacen, participamos de la magnanimidad de Dios, porque sembrar el bien da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratitud, introduciéndonos en el horizonte de los benévolos designios de Dios.

Sabemos que el fruto completo de nuestra vida y nuestras acciones es el fruto para la vida eterna, que será nuestro tesoro en el cielo, y esta esperanza no es otra que la luz que Cristo resucitado trae al mundo.

Por eso la Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor, porque solo con los ojos fijos en Cristo resucitado podemos acoger la exhortación del Apóstol: «No nos cansemos de hacer el bien», recordándonos cada año que el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día, lo que nos permitirá de comenzar a saborear la alegría del Reino de los cielos, cuando Dios será todo en todos.

Padre Marcelo

Palabra de nuestro Presidente . . .

Querida comunidad católica de Biel:

Me alegra dirigirme a ustedes en este inicio de 2024, momento propicio para reflexionar y compartir cambios en nuestra Misión Católica de Lengua Española. Aprovecho para presentarme y dar la bienvenida a los nuevos miembros del Consejo.

Es un privilegio contribuir a la comunidad que ha acogido a mi familia durante más de 14 años en Biel. Experimentar la fe en nuestra lengua materna es un regalo, y al llegar a esta ciudad, descubrimos la hermosa Misión que ha perdurado por más de medio siglo.

Considerando este legado, hemos decidido renovar el proyecto de Misión que está bajo la dirección del padre Marcelo. Con alegría, asumí la presidencia del Consejo desde enero de 2023, sucediendo a quienes construyeron las tradiciones que hoy disfrutamos.

Se han sumado nuevos miembros al Consejo: Juan José Santolaya en Finanzas y Brenda Treviño como secretaria. El resto del Consejo continúa con miembros de larga trayectoria: Fernando Termerón, Pilar Florenza y José Antonio Ordás.

Por otro lado, Felipe Almeida es nuestro Colaborador Pastoral desde agosto de 2023. Su apoyo es reconocido en diversas áreas de la parroquia. Las catequistas Pilar Florenza y Mayra Cisneros lideran grupos de catequesis con más de 30 niños preparándose para la Comunión y Confirmación. Contaremos con una nueva secretaria de la misión, reforzando tareas administrativas y asegurando atención de calidad en horario de oficina.

En reuniones recientes de consejo, surgieron ideas para fortalecer la comunidad. Buscamos llegar a todos los hispanohablantes en Biel, animándonos a construir nuestra vida de Iglesia. El proyecto incluye oportunidades de convivencia, aperitivos, actividades recreativas en verano y eventos tradicionales como la paella.

Los invito a participar y unirse a este proyecto. No duden en acercarse al Consejo, a la Misión o al padre Marcelo para compartir ideas o necesidades.

Les envío un afectuoso abrazo y les deseo un excelente comienzo de año.

Luis Garza

    

LA PAZ ES UN GRITO QUE MERECE SER ESCUCHADO

Cuando, en la plenitud de los tiempos, Dios se hizo hombre, el camino elegido fue el de nuestra humanidad a través de María…

Y este modo suyo de venir a salvarnos es el mismo camino por el que también nos invita a seguirlo, a continuar junto a Él tejiendo una humanidad nueva, libre y reconciliada, donde la bondad es un factor importante de la cultura del diálogo, indispensable si queremos vivir en paz y como hermanos, porque es la bondad la que nos ayuda a vivir mejor y a humanizar nuestra sociedad.

Cada inicio de un Nuevo Año es una invitación a fortalecer la fraternidad, especialmente en estos tiempos donde la paz parece no reinar en todo el mundo como consecuencias de los horrores de las guerras.

La pregunta que todos nos debemos hacer es la siguiente: ¿Podemos estar agradecidos del año que hemos dejado atrás? Si, podemos y debemos estar agradecidos, como lo hizo la Virgen María, ella que al contemplar al Hijo siente la cercanía de Dios, siente que Dios no ha abandonado su pueblo, ha venido, está cerca, es Dios con nosotros.

Lo que necesitamos es tener un corazón “lleno de asombro” que proviene del misterio de la realidad: una flor, una historia de vida, un encuentro …

Por eso el asombro de María esta lleno de gratitud, y esta actitud puede orientar al mundo, incluso en los difíciles momentos que nos tocan vivir, donde nuestra corresponsabilidad con Dios nos enseña el camino para poder ser todos hermanos en la paz y en la esperanza que no defrauda jamás, porque deriva del seguimiento de Aquel que nos salvó en la cruz.

Mis deseos para este Año Nuevo 2024 es el de centrarnos en las cosas que son buenas y que nos unen, construyendo juntos una comunidad donde la solidaridad y la caridad sean el “leit motiv” que nos permita crecer como personas y como cristianos.

Es cierto que vivimos tiempos inciertos y difíciles, donde muchos están asustados por el futuro y agobiados por los problemas sociales, los problemas personales, los peligros derivados de la injusticia y los horrores de las guerras.

Pero la paz exige acciones concretas y se construye estando atentos a los más pequeños, promoviendo la justicia, con el coraje de perdonar, apagando así el fuego del odio.

De esta forma seremos capaces de transformar los problemas en oportunidades de renacimiento y crecimiento, manteniendo unidos los hilos de la comunión de la comunidad en lugar de generar conflicto y división, donde todos somos llamados a colaborar, partiendo del proprio corazón y de las relaciones personales entre nosotros.

Padre Marcelo

 

LA NAVIDAD, TIEMPO PARA RENACER Y RECREAR …

Queridos hermanos: ¡Un saludo de Navidad! Que todo lo bueno que el nacimiento del Niño Jesús trajo a nuestras vidas se renueve, mientras esperamos con gozo la gran celebración de su Nacimiento el próximo 25 de diciembre.

 

No sé si nos hemos dado cuenta que el mundo actual, del cual todos somos parte, apunta cada vez más al secularismo, y lo hace de una manera tan sutil que corremos el riesgo de que un Niño llamado Jesús ya non sea el motivo visible de la Navidad y mucho menos que su presencia en nuestras vidas.

 

La Navidad es una celebración de la vida. Es la celebración que nos provoca la buena noticia que Dios nace entre nosotros y que nosotros renacemos con Él. La alegría de la Navidad nace con un niño en un pesebre, una celebración que nos hace renacer y recrear nuestra propia vida, la comunidad y la sociedad misma.

 

En el niño del pesebre resplandece la luz y el amor de Dios, de ahí la felicidad que como cristianos vivimos por el nacimiento de Jesús.

Dice Anselm Grün: “La alegría es la característica fundamental de todos los villancicos. El nacimiento de un niño es siempre causa de alegría, pero cuando Dios se hace humano, se realiza en nosotros algo de extraordinario. Sabemos que ya nunca mas estaremos solos en la tierra, que, si esta tierra es nuestra patria, es únicamente porque Dios mismo está con nosotros. En Jesús, Dios recorre todos los caminos con nosotros. Nuestra vida ha sido transformada para siempre. La luz de Dios brilla en nuestras tinieblas”.

 

Las fiestas navideñas nos pueden no solo  ayudar a vivir nuestra realidad con esperanza y unidos con Dios en la intimidad del encuentro con Él y también de unos con otros, sino también a invertir nuestras energías en el cuidado de las personas vulnerables y expuestas, y así recrear nuestras relaciones humanas atendiendo a los ancianos y enfermos; a las familias probadas por el desempleo: a los adolescentes desconcertados y confundidos que se encuentran en la búsqueda de su identidad, etc., siendo este contexto el que nos da una oportunidad para generar nuevas relaciones humanas.

La Navidad entonces nos da la alegría para recrear un futuro de solidaridad y fraternidad humana, porque el amor que fluye en los corazones humanos es mucho mas grande que las tragedias que nos circundan, renacer y recrear un mundo nuevo porque Dios está con nosotros y no nos abandonara jamás.

Que esta Navidad traiga a nuestras vidas a quien realmente necesitamos: a un Dios hecho Niño en la persona de Jesús.

Unidos espiritualmente por la oración les deseo a todos una ¡MUY FELIZ NAVIDAD!

 

 Padre Marcelo

LA SOLIDARIDAD, AL CENTRO DEL CORAZÓN DEL HOMBRE.

Proyecto: Agua para beber.

Este nuevo proyecto, al cual adhiere la Misión Católica de Lengua Española, gracias al aporte generoso de sus miembros, se desarrolla en el pueblo de Sabambon al oeste de Haití y frontera con la República Dominicana.

La comunidad local no tiene acceso directo al agua potable y el acceso más cercano es un río a dos horas de distancia por rutas peligrosas. Con la construcción de dos tanques de recogida de agua potable, la realización de talleres y la formación de dos comités para la administración y gestión del recurso hídrico se garantiza el derecho universal al agua para las personas que habitan en la comunidad.

Haití en la última década ha sido teatro de desastres naturales como terremotos, huracanes y crisis sanitarias como la del Covid 19.

Históricamente, PROCLADE, la fundación a la cual adherimos para este proyecto, y los misioneros claretianos, han trabajado conjuntamente en numerosos proyectos para dar respuesta a la extrema vulnerabilidad que ha sufrido la población de Haití a lo largo de los años.

Este proyecto se desarrolla en una zona rural habitada por alrededor de 3500 haitianos (en gran parte mujeres, lo que hace que muchas familias sean monomarentales, ya que hay mucha migración masculina en busca de trabajo), viviendo en condiciones de extrema vulnerabilidad, dado al inexistente acceso a recursos básicos e infraestructuras de la zona, y de la falta de atención por parte del estado haitiano en la garantía de sus derechos fundamentales.

La comunidad local de Sabambon no tiene acceso directo al agua potable, por eso, la construcción de dos tanques de recogida de agua potable garantizara el acceso al agua dotando a la zona de una infraestructura básica para el cumplimiento de sus derechos fundamentales.

Se realizará también un taller formativo sobre la gestión comunitaria de este recurso que beneficiaran a la población. Así, este proyecto mejorara directamente la condición de vida de casi la totalidad de las personas de esta zona.

  • Costo total del proyecto: 21.137, 63 euros
  • Solicitado a la Mision Católica de Lengua Española de Bienne: 5.000 euros.
  • Cifra entregada: 6.000 francos.

 

 

Ce site web utilise des cookies. Par la navigation que vous y poursuivez, vous en acceptez l'utilisation et donnez votre consentement avec notre politique de protection des données.